jueves, 7 de junio de 2012


ASUNTO: FARFA LA VENDETTA
GEOGRAFÍA: AL NORTE DE PUENTE SAAVEDRA

Por Pocho Sabogal
Es difícil hablar sobre un disco. Hay mucha gente que le pagan para decir “lo recomiendo está muy bueno” y nada más, ni siquiera intentan, ni siquiera se animan a tratar de proponer un lenguaje que busque su fuente: palabras que solo remiten a sonidos que son producto de una música mucho más allá de la palmada en la espalda (aunque esta viene incluida).

Farfa La Vendetta no necesita mis palabras pero yo necesito encontrar la fuente de las que vienen encarrilándose por estos rieles blancos de esta página. Las palabras son dobleces negros, como las sombras que producen los pétalos de un jazmín.

Un trío que la rompe. No deja ningún rastro de facilismo groovero, ningún condimento marketinero que diga, “en realidad nos gusta el jazz pero…” No importa qué género ni el virtuosismo de pera erguida y pecho inflado: cuando se toca bien se toca bien. Tocan ajustados y precisos. Los solos se extienden sin problema, para los del fondo que llegaron tarde, aún quedan compases para disolver el ego y ser feliz.

Hablo “por ejemplo” de los solos de bajo de Cíclico, de Tipatinas, Guarda la zanja. No sé quién inventó eso de “por ejemplo” pero ahí está, cual vestido de fiesta de quince: nuevo pero tradicional.

La guitarra se mantiene fiel a su propia voz durante todas las canciones, saturando un poco allí o allá, diciendo, los vasos rotos los limpiamos después: la limpieza es cuestión de coordinar. La intimidad de este trío que suena como trío pero no cansa como trío me da la feliz sensación y certeza que el trío de guitarra, bata y bajo tiene mil posibilidades.

¡Kenny Burrell!

Quizás el momento más álgido sean esos compases (a los 20 segundos) ¿trágicos? Donde la pregunta ganó a la respuesta o donde la respuesta es tan de corazón que tenés que tirar tu resaltador. Estoy hablando del track 3 “Guarda la zanja”. ¿Serán los compases donde el pobre trovador cayó en la zanja y perdió las riendas de su vida? El tropiezo tragicómico que esboza una sonrisa para luego atarse los cordones…

La bala del track 4 sigue los aires del soul jazz, George Benson (o algunas dinámicas de los organistas Jimmy Smith, Jackie Mc Duff) y cuadra sin problemas mostrando como el trío se desplaza sin problema por distintos platillos.  Por detrás corre el ghost stroke del redoblante, el bombo llevando el anuncio allá adelante, alisando el terreno para que el bajo y la guitarra vayan cortando el césped y calmando las ansías.

Dinámicas como riffs al unísono y la propia mezcla de melodía y acordes planchados con la distorsión que cruje su fritura desde dentro del parlante mantienen una constante a lo largo de la esucha de todos los tracks.

La reversión de Jungle Boogie que se tira hacia atrás como si anduviéramos en una moto y claro, la aerodinámica no funciona bien, o mejor dicho, funciona mejor porque nosotros podemos poner cuerpo al asunto. En algún lado permanecen sin embargo esas voces, esos jadeos funkys de 1973. Ya en nosotros o en Farfetta, están sobre la mesa.

Tracks que piden volver a escucharlos porque además de su belleza, además del swing, que en ningún momento se pone en jaque, uno siente que se le pierden cosas, ¡y son sólo 3 instrumentos! Volver a escuchar y dejar que las melodías y los arreglos vayan esculpiendo la memoria del oyente, como las tomas de las películas de Scorsese, pero de día. ¿Se entiende? O mejor: la película Round Midnight pero en vez de en París, un poco más al sur. No sé, supongo, la verdad jamás podría estar seguro pero de última, tomamos otro bondi hacia donde esté sonando eso que estamos buscando en nuestro cerebro.

Desde el primer tema vemos cómo el uso de los silencios es fundamental y nos atragantamos pensando que será allí o allá. Pero ya dije, estos pibes tienen su propio groove, lo arman a su manera y se va armando solo, no siguen las reglas. El primer track lo muestra ahí antes de que se suelte el solo de guitarra. La batería divide los caballos de los domadores. Ensancha las herraduras hasta volver a dejar a los caballos perseguir a los domadores. No sé dónde leí que es al revés…

Me despido de este relato cronológico de una escucha, de una manta sobre las piernas porque hace mucho frío, de muchos vasos de coca cola y una tarta de zapallito.

Y para los otros ¿periodistas? ¿amantes/escritores de la música?:

“No cantes sobre tu borrachera, cantá borracho”.

…En todo caso, si están en sus cuartos, maréense un poco antes de escribir, ténganle miedo al error pero equivóquense.



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