ASUNTO:
FARFA LA VENDETTA
GEOGRAFÍA: AL NORTE DE
PUENTE SAAVEDRA
Por Pocho Sabogal
Es difícil
hablar sobre un disco. Hay mucha gente que le pagan para decir “lo recomiendo
está muy bueno” y nada más, ni siquiera intentan, ni siquiera se animan a
tratar de proponer un lenguaje que busque su fuente: palabras que solo remiten
a sonidos que son producto de una música mucho más allá de la palmada en la
espalda (aunque esta viene incluida).
Farfa
La Vendetta no necesita mis palabras pero yo necesito encontrar la fuente de
las que vienen encarrilándose por estos rieles blancos de esta página. Las
palabras son dobleces negros, como las sombras que producen los pétalos de un
jazmín.
Un trío
que la rompe. No
deja ningún rastro de facilismo groovero, ningún condimento marketinero que
diga, “en realidad nos gusta el jazz pero…” No importa qué género ni el
virtuosismo de pera erguida y pecho inflado: cuando se toca bien se toca bien. Tocan
ajustados y precisos. Los solos se extienden sin problema, para los del fondo
que llegaron tarde, aún quedan compases para disolver el ego y ser feliz.
Hablo “por
ejemplo” de los solos de bajo de Cíclico, de Tipatinas, Guarda la zanja. No sé
quién inventó eso de “por ejemplo” pero ahí está, cual vestido de fiesta de
quince: nuevo pero tradicional.
La
guitarra se mantiene fiel a su propia voz durante todas las canciones,
saturando un poco allí o allá, diciendo, los vasos rotos los limpiamos después:
la limpieza es cuestión de coordinar. La intimidad de este trío que suena como trío
pero no cansa como trío me da la feliz sensación y certeza que el trío de
guitarra, bata y bajo tiene mil posibilidades.
¡Kenny
Burrell!
Quizás
el momento más álgido sean esos compases (a los 20 segundos) ¿trágicos? Donde
la pregunta ganó a la respuesta o donde la respuesta es tan de corazón que
tenés que tirar tu resaltador. Estoy hablando del track 3 “Guarda la zanja”. ¿Serán
los compases donde el pobre trovador cayó en la zanja y perdió las riendas de
su vida? El tropiezo tragicómico que esboza una sonrisa para luego atarse los
cordones…
La bala
del track 4 sigue los aires del soul jazz, George Benson (o algunas dinámicas
de los organistas Jimmy Smith, Jackie Mc Duff) y cuadra sin problemas mostrando
como el trío se desplaza sin problema por distintos platillos. Por detrás corre el ghost stroke del
redoblante, el bombo llevando el anuncio allá adelante, alisando el terreno
para que el bajo y la guitarra vayan cortando el césped y calmando las ansías.
Dinámicas
como riffs al unísono y la propia mezcla de melodía y acordes planchados con la
distorsión que cruje su fritura desde dentro del parlante mantienen una
constante a lo largo de la esucha de todos los tracks.
La
reversión de Jungle Boogie que se tira hacia atrás como si anduviéramos en una
moto y claro, la aerodinámica no funciona bien, o mejor dicho, funciona mejor
porque nosotros podemos poner cuerpo al asunto. En algún lado permanecen sin
embargo esas voces, esos jadeos funkys de 1973. Ya en nosotros o en Farfetta,
están sobre la mesa.
Tracks
que piden volver a escucharlos porque además de su belleza, además del swing,
que en ningún momento se pone en jaque, uno siente que se le pierden cosas, ¡y
son sólo 3 instrumentos! Volver a escuchar y dejar que las melodías y los
arreglos vayan esculpiendo la memoria del oyente, como las tomas de las
películas de Scorsese, pero de día. ¿Se entiende? O mejor: la película Round
Midnight pero en vez de en París, un poco más al sur. No
sé, supongo, la verdad jamás podría estar seguro pero de última, tomamos otro
bondi hacia donde esté sonando eso que estamos buscando en nuestro cerebro.
Desde
el primer tema vemos cómo el uso de los silencios es fundamental y nos
atragantamos pensando que será allí o allá. Pero ya dije, estos pibes tienen su
propio groove, lo arman a su manera y se va armando solo, no siguen las reglas.
El primer track lo muestra ahí antes de que se suelte el solo de guitarra. La
batería divide los caballos de los domadores. Ensancha las herraduras hasta
volver a dejar a los caballos perseguir a los domadores. No sé dónde leí que es
al revés…
Me
despido de este relato cronológico de una escucha, de una manta sobre las
piernas porque hace mucho frío, de muchos vasos de coca cola y una tarta de
zapallito.
Y para
los otros ¿periodistas? ¿amantes/escritores de la música?:
“No
cantes sobre tu borrachera, cantá borracho”.
…En todo
caso, si están en sus cuartos, maréense un poco antes de escribir, ténganle
miedo al error pero equivóquense.
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